Propuesta de procedimiento para corregir nuestras propias traducciones

checklistHace unos meses, publicamos a cuatro manos el artículo «Sobre el difícil arte de revisar traducciones», a propósito de comentarios de indignados traductores que consideraban excesivas, innecesarias e incluso malintencionadas las correcciones efectuadas o perpetradas por supuestos revisores profesionales. Nos consta que el artículo y los documentos que en él mencionábamos se están utilizando a modo de leve reprimenda para aquellos que aún siguen convirtiendo las tareas de revisión y corrección en un juego de sinonimia o de reformulación textual. Sea como sea, esperamos que aquel artículo haya servido y sirva para la reflexión y para nuestra labor como traductores y revisores-correctores.

Hoy, en cambio, el objetivo de este artículo es bastante distinto. Empezó como una búsqueda para mejorar la calidad de mis propios textos. Seguro que más de un lector habrá experimentado esa desagradable sensación que se produce cuando, una vez entregada una traducción, la volvemos a leer por casualidad y descubrimos un error en alguno de los párrafos. Y eso que estábamos segurísimos de que habíamos entregado un texto inmaculado.

Está claro que errar es humano, que todos cometemos errores y que la ley de Murphy es la única ley que no tiene excepciones. Por eso y dado que tengo la suerte de rodearme de gente aún más perfeccionista que yo, llevaba tiempo tratando de elaborar un procedimiento o protocolo propio —una lista de comprobación— para revisar y corregir mis propias traducciones. Durante todo este tiempo, he buscado y leído gran cantidad de información, he observado lo que hacen otros compañeros —de hecho, recientemente se ha publicado algún artículo al respecto, como el de Irene Palmer— y lo he comparado todo con mis propios procedimientos. Tras esta investigación acientífica, constaté que nuestros procedimientos para revisar los textos que traducimos antes de entregarlos son bastante similares, si bien hay personas que le dedican a la revisión más tiempo y más esfuerzo que otras, que se limitan al corrector ortográfico y apenas una breve lectura.

ADVERTENCIAS

Me gustaría ofrecerles, a modo de propuesta, un protocolo —el término «lista de comprobación» no me gusta mucho— para nuestra propia revisión. Advierto de que es una propuesta que puede resultar bastante larga y tediosa en algunos casos. Sin embargo, a medida que apliquemos este procedimiento en nuestra labor diaria, iremos automatizando el proceso y nos resultará bastante más llevadero.

Asimismo, el orden de las tareas o comprobaciones no es aleatorio, sino que está pensado para ayudarnos a corregir de forma más eficaz. Al menos así lo creo. En ocasiones, una corrección provoca otro error. Por ese motivo, el orden de los pasos sí importa.

También me gustaría distinguir dos tipos de errores: los que se cometen por desconocimiento de una materia —de manera que no podemos reconocerlos a la hora de revisar— y los que se cometen por motivos derivados de la rapidez a la hora de escribir, el cansancio, la longitud de un párrafo, la falta de tiempo y otras causas. Dado que no podemos autocorregirnos algo que desconocemos y que solo podemos paliar con mayores conocimientos, me centraré en los que sí podemos reconocer y evitar.

PROPUESTA

1. Fase de pretraducción

Un paso fundamental antes de acometer cualquier traducción consiste en conocer qué normas estilísticas, lingüísticas y ortotipográficas aplica nuestro cliente. Hay quienes desean que las fechas se escriban de una forma concreta —muy habitual en los protocolos de ensayos clínicos—, se utilicen un tipo concreto de comillas, se use una terminología o un estilo determinados o se recurra a un glosario concreto. Este paso previo nos ahorrará mucho tiempo a la hora de revisar.

 2. Programas de comprobación de la calidad.

Cada vez son más frecuentes los programas y las funciones específicos para mejorar la calidad de las traducciones. Por ejemplo, programas como Trados Studio y Wordfast, entre otros, cuentan con funciones que nos ayudan a comprobar que las cifras, etiquetas, nombres, mayúsculas, etcétera coinciden con las del texto original. También existen programas muy interesantes y útiles como QA Distiller y Xbench. Jordi Balcells y Óliver Carreira han escrito artículos al respecto que nos serán de gran provecho. Si vamos a utilizarlos, debemos emplearlos en primer lugar por los motivos que antes mencionaba.

 3. Programas de corrección ortográfica y gramatical

La segunda de las tareas que se debe aplicar según esta propuesta es el uso de programas de corrección ortográfica y gramatical. Todos sabemos que el corrector de Office y de muchas otras aplicaciones tiene un valor muy relativo: el ordenador no puede distinguir ciertos usos gramaticales, desconoce las reglas cambiantes de la ortografía española y también depende del tema sobre el que estemos traduciendo; no es lo mismo un texto periodístico que uno sobre genética o biología. Pese a ello, esta es una ayuda que no se debe desdeñar.

También han surgido durante los últimos años propuestas tan interesantes y útiles para la corrección como Stilus y Verifika (para inglés). Son aplicaciones de pago pero nos ayudan a mejorar de manera notable la calidad de nuestros textos. Además, nos enseñan qué errores cometemos por desconocimiento de una norma e incluso nos remiten a obras de José Martínez de Sousa y la RAE, entre otras autoridades.

4. Cifras y unidades de medida

Si bien hay programas como los mencionados anteriormente, capaces de comprobar que las cifras del texto original y del texto meta coinciden, no siempre podemos trabajar con estas aplicaciones. Por ejemplo, cuando traducimos textos en papel. Conviene comprobar que todas las cifras del texto son exactamente iguales a las del original. En los documentos jurídicos y financieros, este paso puede resultar tedioso. Sin embargo, las cifras y las unidades de medida son importantes siempre. Por ejemplo, no es lo mismo 10 mg que 20 mg. Y tampoco lo es lo mismo 10 mg que 10 μg (o mgc): un baile de números, una cifra incorrecta o una unidad de medida equivocada puede resultar catastrófico.

 5. Nombres propios y direcciones

Aunque quizá se pase por alto a menudo, los nombres propios y las direcciones también son de vital importancia en cualquier tipo de documentos. Por ello, hay que revisarlas con extremo cuidado.

 6. Listas y puntuación

Aunque es algo que se puede revisar en la última fase, hay clientes que prefieren la minúscula y el punto y coma en las listas, mientras que otros prefieren las mayúsculas y la ausencia de puntuación final. Además, dado que algunos programas tienden a corregir automáticamente la mayúscula inicial, conviene comprobar si nuestro documento contiene listas y qué puntuación hemos utilizado.

 7. Formato

Tras todas estas tareas, el texto ya va tomando la forma que deseamos. Quizás es ahora el momento de comprobar que el formato y que los encabezados y pies de página son los adecuados.

 8. Errores habituales

Hay cierto tipo de errores frecuentes que, pese a conocerlos y detectarlos con facilidad, seguimos cometiéndolos por arte de algún duende caprichoso. En este momento, podemos comprobar que no hemos vuelto a tropezar en ellos. Un error que siempre compruebo en mi caso es el uso de términos que pueden utilizarse tanto con concordancia estricta como ad sensum. Por ejemplo, «grupo», «mitad», «mayoría», etcétera. Nunca está de más ser precavido.

 9. Terminología específica

Durante el proceso de pretraducción y traducción, suelo elaborar una tabla con un listado de términos que preveo que pueden resultar problemáticos por diversos motivos. Por ejemplo, imaginemos que aparece en el texto «drinking water» y, varias páginas más adelante, «potable water» con un sentido distinto. Podría ser ahora el momento de comprobar que finalmente logramos resolver esa dificultad en todos los casos en que aparecían estos términos.

 10. Espacios

Si bien pueden aparecer en todo tipo de documentos, cuando se trabaja con herramientas de traducción que dividen el texto en segmentos, es habitual que se generen espacios dobles y hasta triples en el texto meta. Por ello, conviene siempre utilizar la utilísima función de «Buscar y reemplazar» para eliminar los dobles espacios.

Ahora bien, hay que tener cuidado. Hay quienes usan las repeticiones de espacio a modo de tabulador. En el caso de eliminar los espacios dobles, podríamos desordenar todo el texto.

 11. Descanso

Es el momento de olvidar el texto durante un rato y despejarse.

 12. Relectura del texto

Tras todos los pasos anteriores, es el momento de la relectura. Este paso puede repetirse ad infinítum. Con esta tarea, revisaremos todo aquello que se nos haya pasado por alto y que nuestras aplicaciones informáticas no hayan detectado. Durante este proceso, comprobaremos que la gramática, la ortografía, el estilo, la coherencia y la cohesión textuales son correctos y que nuestra traducción ya es casi perfecta.

OTRAS PROPUESTAS Y CONSEJOS

Entre los distintos artículos y textos que he ido recopilando, he encontrado consejos recurrentes y modos de trabajar muy parecidos, como los de Isabel García Cutillas, en su artículo «La revisión: el yang de la traducción», y de Pablo Muñoz, con su artículo «Traducciones y control de calidad».

Me parecen muy oportunos todos estos consejos y comentarios. Sin embargo, el orden de los factores sí creo que, en este caso, altera el producto. Al menos es lo que creo haber detectado cuando he variado el orden de los procesos.

Entre los consejos que considero útiles aunque puedan parecer absurdos figura la práctica de revisar la traducción párrafo por párrafo a partir del último hasta el primero o la lectura en voz alta de ciertas frases para comprobar si resultan o no naturales.

Con respecto al tiempo de descanso, siempre que puedo, trato de dividir mi jornada de trabajo en dos: traducción por la mañana y revisión por la tarde. Está claro que cometer errores en ocasiones no es cuestión de desconocimiento, dejadez o descuido, sino de frescura mental.

Dicho lo cual, espero que esta propuesta sirva como herramienta de debate y como guía. Es muy probable que el orden de algunos puntos deba cambiarse, que deban añadirse otras tareas y que alguna pueda eliminarse por reiterativa. En cualquier caso, estaré encantado de recibir comentarios al respecto y aprender con otras propuestas y puntos de vista.

Saludos desde Gran Canaria

AGRADECIMIENTOS

Debo agradecer este artículo a varias personas: a Isabel García Cutillas, Irene Palmer, Jordi Balcells, Óliver Carreira y Pablo Muñoz, por sus artículos. A Eugenia Arrés, por remitirme a la tesis de Silvia Parra sobre la corrección de traducciones. A Curri Barceló, que también me ofreció varias orientaciones al respecto. Y por último pero en absoluto menos importante, a Teresa Aguilar, por la ayuda prestada en labores de apoyo logístico y revisión.

16 comentarios sobre “Propuesta de procedimiento para corregir nuestras propias traducciones

  1. ¡Qué agradable sorpresa descubrir que tienes un blog, Tenesor! Me ha encantado el artículo, me parece realmente útil. Ya lo tengo guardado en mi lista de favoritos.

    1. Hola, Jennifer:

      Qué alegría encontrarte por aquí. Me alegra que te haya gustado el artículo y espero que te ayude, aunque estoy convencido de que cuentas con tu propio sistema de revisión y corrección.

      Muchas gracias por el comentario y espero que nos encontremos pronto.
      Un abrazo

  2. Siento haber tardado tanto en comentarlo, pero he tenido tu artículo en mi lista de lecturas pendientes hasta hoy que he podido sacar un rato para leerlo (¡llevo una semana de locos!). Enhorabuena por este artículo, me ha encantado. Voy a poner en práctica esta «checklist» ya mismo en una traducción que tengo pendiente para revisar.

    ¡Muchísimas gracias por la mención! Me he llevado una muy grata sorpresa cuando la vi. Son esos pequeños detalles que a una le suben la moral 🙂

    ¡Saludos desde Londres!

    1. Gracias a ti por el comentario y por tu artículo, que apareció justo cuando estaba preparando este. Espero que te sirva y te ayude esta propuesta. Por supuesto, se podrá mejorar y sería interesante conocer lo que proponen otros compañeros.

      Saludos desde Gran Canaria.

  3. Un pequeño apunte… Verifika es un programa de control de calidad, no un corrector ortográfico y gramatical. Creo que te has confundido con PerfectIt.

    Por otra parte, está bien tener claro los puntos que hay que comprobar, pero la mayor parte de los que has mencionado ya se comprueban en la misma herramienta de traducción o bien mediante el programa de control de calidad.

    Otro punto que incluiría son los espacios de no separación, ese gran olvidado…

    1. Estimado visitante:

      Me alegra que menciones PerfectIt, otra herramienta muy interesante. Como bien comentas, Verifika es un programa de control de calidad pero, en realidad, algunos lo prefieren sobre QA Distiller precisamente porque puede corregirse la ortografía sin tener que utilizar ninguna otra herramienta, dado que cuenta con corrector ortográfico incorporado. Tienes razón en que he podido confundir a quienes no conozcan bien para qué se utilizan estas herramientas y también he omitido una herramienta muy interesante.

      Ahora bien, la intención era, fundamentalmente, proponer qué pasos hay que seguir y en qué orden. Como ya he dicho, es una propuesta.

      Con respecto al espacio indivisible, creo que es uno de los errores que tienen que ver con el conocimiento. Es decir, o sabes cuándo hay que utilizarlo o no lo sabes. Comprobar si lo hemos puesto o no podríamos hacerlo mientras comprobamos las cifras y las unidades de medida. ¿Qué te parece?

      Gracias por tus correcciones. Aportan calidad al artículo.

      Un saludo.

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  5. Yo sugiero que también se llene el diccionario “negativo” que tienen al menos Word para Windows y todos los Open/LibreOffice. Incluir esas palabras que a veces podemos colar, y cuál es la que tiene que aparecer. Muy útil también cuando hay dos formas de escribir bien el término (cardiaco/cardíaco) para que siempre usemos el mismo. Recuerdo que hablé de ello en mi primer congreso de traducción donde conté algo, en Alicante allá cuando tenía más pelo

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