La Malinche abandona su prolongado mutismo para reseñar una obra de reciente publicación y que cuenta con numerosos elementos para convertirse, junto al Diccionario de términos jurídicos de Enrique Alcaraz Varó y Brian Hughes, en una obra de referencia para traductores jurídicos y para profesores de inglés o de español jurídico.
La publicación que hoy nos ocupa es fruto del trabajo de la traductora y profesora estadounidense Rebecca Jowers bajo el paraguas de Tirant lo Blanch, una editorial española especializada en derecho y libros de temática jurídica.
Tras analizar detenidamente el Léxico temático de terminología jurídica español – inglés durante varias semanas, creo no equivocarme al decir que Jowers, su autora, ha llevado a cabo un excelente trabajo de recopilación, organización y también búsqueda de equivalencias para aquellos términos de difícil traducción o sin correspondencia que se emplean en el sistema jurídico español.
Sin embargo, esta obra también presenta, a mi juicio, importantes descuidos o sombras que dificultan a los traductores su total aprovechamiento, al tiempo que se lo facilitan a los profesores de inglés y español jurídico. Así, en las siguientes líneas, trataré de analizar brevemente los —a mi modo de ver— aciertos, desaciertos y las posibles mejoras de esta publicación.
Como ya he mencionado, esta obra tiene muchísimos ingredientes para convertirse en un recurso de presencia permanente en el escritorio del traductor jurídico, pues presenta una exhaustiva recopilación terminológica que abarca todas las áreas del derecho y del sistema jurídico español.
La autora también ha sido capaz de encontrar equivalencias para términos de difícil traducción, términos sin correspondencia en el otro idioma o términos cuya traducción requiere a menudo una matización. En estos casos, las equivalencias suelen presentar anotaciones explicativas coherentes y argumentadas. Por ejemplo, la autora propone una más que interesante equivalencia para el uso sustantivado de imputado —investigado en la nueva denominación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal—, que a menudo suele verse traducido como the accused (person). Dado que este término suele causar extrañeza, Jowers propone criminal suspect y, además, explica el porqué de forma más que razonable.
Otra de las excelencias de esta publicación consiste en que, como bien se indica en el título, se trata de un léxico temático. La organización y división en temas y apartados resulta impecable, dado que aborda, de forma íntegra, el sistema judicial español y todas las áreas del derecho. Esta concienzuda organización y división puede ser de gran ayuda para quien utilice este léxico para preparar clases y enseñar inglés o español jurídico, así como para intérpretes, que encontrarán los glosarios prácticamente hechos. En cambio, por los motivos que ya se dirán, el excesivo número de temas y apartados puede constituir un impedimento para el traductor, sobre todo si desconoce a qué ámbito del derecho corresponde un término concreto.
Por los motivos ya citados, así como por la bibliografía que aporta, este léxico constituye un recurso excelente e imprescindible para quien pretenda enseñar o aprender el lenguaje jurídico o, también, desee saber clasificar y enmarcar cualquier término en las distintas áreas del derecho.
En cambio, pese a sus muchísimos y enormes aciertos, al no tratarse de un diccionario, sino de un léxico temático, los traductores nos veremos con ciertos obstáculos a la hora de aprovechar este magnífico trabajo de Rebecca Jowers.
En primer lugar, el traductor deberá estar familiarizado con el ámbito del derecho o —como mínimo— con este libro para saber en qué apartado podría encontrarse un término concreto. Además, el excesivo fraccionamiento de los temas complica la búsqueda. Por ejemplo, en el apartado relativo al matrimonio, en lugar de englobar todos los términos bajo este concepto, hay numerosas divisiones relativas a la terminología propia del divorcio, las sentencias, la guardia y custodia, la patria potestad, los tipos de pensión, etcétera.
En segundo lugar, los términos no están ordenados alfabéticamente ni siquiera dentro de los apartados de que consta el libro. Este ¿descuido?, sumado al motivo expresado en el párrafo anterior, obliga al traductor a dedicar mucho tiempo a la consulta y búsqueda terminológica.
Pese a ello, estoy convencido de que, si la editorial y la autora son capaces de reorganizar esta obra con menos apartados y con una simple ordenación alfabética de los términos, nos encontraremos ante una joya terminológica que será imprescindible y de gran provecho para los traductores.
Por último, a modo de sugerencia, la editorial también podría plantearse la posibilidad de convertir este léxico temático en un diccionario en papel o —preferiblemente— en un recurso electrónico, de forma que facilitaría la búsqueda terminológica y en ambas direcciones. En relación con estos descuidos o desaciertos, hace algunas semanas, escribí a la editorial al respecto pero, hasta la fecha, no he recibido contestación alguna. Si la recibo, lo comunicaré.
Saludos desde Gran Canaria
Vídeo de presentación del «Léxico temático de terminología jurídica inglés – español» en el ICAM
Hola Tenesor:
Muchas gracias por esta reseña tan completa. Coincido contigo en casi todo. Me permito solo puntualizar alguna cosilla.
Además de compartir todas las bondades y dificultades que comentas, veo un problema adicional: que está pensado para encontrar la traducción de un término o concepto en el sentido español > inglés. Esto es un problema, al menos para mí, que trabajo en el sentido contrario.
En cuanto a la cuestión de la ordenación temática de la obra, creo que tiene una explicación muy clara. El libro se dirige a abogados y no a traductores. La prueba de ello es que lo publica una editorial jurídica (Tirant lo Blanch) y se presentó en el Colegio de Abogados de Madrid, por no decir que la autora es profesora de inglés jurídico para licenciados en Derecho en la Carlos III, no enseña traducción jurídica a futuros traductores. Obviamente, un abogado o un jurista español no tendrá ningún problema para manejarse entre los temas tratados y encontrar lo que busca. Si la obra estuviera dirigida a traductores tal vez tendría el formato de diccionario bilingüe y no de léxico temático. La autora explica, no obstante, en el vídeo de presentación que enlazas por qué optó por esta segunda opción, y creo que lo tiene muy claro, razón por la que no veo fácil que vayan a repensar el concepto y darle la forma de un diccionario.
Por lo demás, creo que es una obra magnífica, utilísima para abogados, también para profesores de inglés jurídico y algo menos para traductores.
Un fuerte abrazo,
Fernando.
Hola, Fernando:
Estoy completamente de acuerdo con tu comentario. Lo de las dos direcciones para la búsqueda de términos lo mencionaba de pasada y por ello decía que, si se lo plantearan, podrían elaborar un buen diccionario en ambas direcciones; como bien dices, es una «dificultad» o «problema» añadido.
Es cierto que el libro está más pensado para profesores y estudiantes de inglés jurídico que para traductores e intérpretes, tal y como su autora mencionaba en la presentación y en otras entrevistas posteriores a la publicación. Sin embargo, dada la gran cantidad de términos y la amplia y buena elección y explicación de la traducción que la autora propone, es una pena que no hayan sido un poco más ambiciosos; podrían haber elaborado un magnífico diccionario. De hecho, con un poco de trabajo informático y de reorganización, podrían conseguirlo en poquísimo tiempo. Así pues, ojalá se lo piensen y nos lo brinden. Buenos miembres tienen.
Abrazos.